14.
- Mario -dice Carolina, tomándome del brazo.
- ¿Qué pasa?
- ¿Adónde te fuiste?
La luz se colaba por la sala-comedor entre persianas amarillas por el uso. Carolina se movía de un lado a otro, abrigada con una bufanda, lista para salir, previniendo el frío del invierno actual.
- Por un momento pareció como si te hubieses ido.
Mario se reincorporó.
- Nada, solo estaba pensando.
Carolina se acercó hasta quedar parada junto a él. Metió los dedos entre el pelo de Mario, rebuscando sus ideas.
- Pensando en quién.
- Nada más estaba pensando.
Ambos se quedaron callados. Carolina se sentó al borde del sillón y contempló lo que se podía ver de la ciudad por la ventana de Mario, aún teniendo las persianas a medio cerrar. Un sentimiento de convalecencia los inundó a los dos por un segundo, pero continuaron hablando.
- Uno no puede escapar de los recuerdos -dijo Mario-, menos si son buenos recuerdos.
Carolina asintió.
- En fin, habíamos quedado en salir ¿no?
Se pusieron de pié. Mario llevaba su sobretodo. Se le adelantó a Carolina y le abrió la puerta. Cuando estuvo a un centímetro de su rostro, Mario la besó.
- ¿No vamos a sacar a pasear a tu perro?
- No, es muy aburrido.
- Mario -dice Carolina, tomándome del brazo.
- ¿Qué pasa?
- ¿Adónde te fuiste?
La luz se colaba por la sala-comedor entre persianas amarillas por el uso. Carolina se movía de un lado a otro, abrigada con una bufanda, lista para salir, previniendo el frío del invierno actual.
- Por un momento pareció como si te hubieses ido.
Mario se reincorporó.
- Nada, solo estaba pensando.
Carolina se acercó hasta quedar parada junto a él. Metió los dedos entre el pelo de Mario, rebuscando sus ideas.
- Pensando en quién.
- Nada más estaba pensando.
Ambos se quedaron callados. Carolina se sentó al borde del sillón y contempló lo que se podía ver de la ciudad por la ventana de Mario, aún teniendo las persianas a medio cerrar. Un sentimiento de convalecencia los inundó a los dos por un segundo, pero continuaron hablando.
- Uno no puede escapar de los recuerdos -dijo Mario-, menos si son buenos recuerdos.
Carolina asintió.
- En fin, habíamos quedado en salir ¿no?
Se pusieron de pié. Mario llevaba su sobretodo. Se le adelantó a Carolina y le abrió la puerta. Cuando estuvo a un centímetro de su rostro, Mario la besó.
- ¿No vamos a sacar a pasear a tu perro?
- No, es muy aburrido.
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